20080218

Las Listas...

Para mí siempre es año nuevo. Paso la vida haciendo Listas. Las Listas. En las que me propongo cada día, cada nuevo instante, mejorar, esconder lo que no me gusta –lo que a los demás no les gusta de mí- y entrenar (no en vano soy terapeuta) aquello que me gustaría que saliera de mí mismo con más frecuencia y espontaneidad. Vamos las New Year Resolutions estas que cada uno hacemos.

Sin embargo, en mi caso, la experiencia me enseña que hay una fuerza externa que me arrastra a una amnesia inmediata del contenido de Las Listas. De hecho, hay veces que creo que las elaboro para quedarme tranquilo y poder olvidarlas. Y ahí empieza lo que podríamos llamar mi agonía a través del post-it. Como una especie de un arma suicida amarilla, pequeñita que se pega en cualquier parte.

Desde hace algún tiempo, los míos me devuelven una imagen de mí mismo que no reconozco, y creo que eso es porque me olvido de las Listas y de lo que en ellas me propongo. Es una sensación muy extraña no reconocer lo que los demás dicen de uno. Y más lo es todavía pensar que la razón reside en algo que intento hacer –o no hacer- casi a diario. Hay una parte de pereza en ello, otra de incapacidad, pero creo que la explicación más global del asunto reside en el olvido; en cuanto cuelgo La Lista en el sitio que tengo para abandonarlas, desaparece la conciencia de lo que debo-quiero no-debo-no-quiero hacer y santaspascuas.

Siempre creo que unas vacaciones me ayudarán a ser un poco más fiel a mis propósitos, o cualquier otro momento significativo del año: mi cumpleaños, el primero de enero, al inicio del curso escolar, cuando voy al médico y me dice que no me voy a morir de ésta, cada viernes, cada mañana, a cada paso que doy.

Pero siempre obtengo el mismo resultado: amnesia, dejarme llevar. En definitiva, no hacerme mejor a mí mismo, haciendo lo que La Lista dice.

A estas alturas me fío poco de mí mismo. Voy escarmentando de cómo soy, pero paralelamente a eso, no dejo de proponerme mejorar y ser de otra manera en determinados aspectos, así que me invade una sensación de que es otra persona la que está viviendo esta vida que me ha tocado, no sé si me explico. La sensación es un poco absurda, pero no por ello menos realista.

El caso es que hacer La Lista me apacigua el alma un punto. Mientras la hago, aunque luego, justo al terminarla, tengo una ristra de cosas que me he propuesto hacer y no hago; y entonces se convierte en una idea clara y fidedigna de lo que no quiero ser, pero no puedo dejar de ser. Y vuelta el círculo. Las Listas se convierten entonces en mi peor enemigo. Vivo en un mar de post-its que me devoran la voluntad poco a poco.

Francamente, no sé qué hacer. Tan terapeuta y tan resuelto, y no soy capaz de hacerme con este problema. Necesitaba escribir sobre esto, porque en la lista que hice el viernes pasado figuraba “actualizar el blog con más frecuencia”, y estaba a punto de olvidarlo. Puff. Me canso a mí mismo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es curioso, me pasa lo mismo con las listas...de hecho uno de mis nuevos propósitos es no hacer más listas, como antaño, pero oye, no hay manera....y vuelta a empezar...

Asociación Haz dijo...

Pasa. Nos pasa. No te dejes tentar. Se cuelan cuando menos te lo esperas, cuando estás bajo de conciencia, en el momento en que menos te lo esperas. Durante el sueño o en una comida copiosa. Por eso se les llama "Las Listas". Gracias por tu comentario.