Irreflexiones [2] Regalo Giraldilla en buen estado...

El Ayuntamiento de Sevilla tuvo a bien regalarme hace algunos meses una Giraldilla maravillosa como muestra de hospitalidad y agradecimiento por las taeras que allí desarrollé. Un regalo exquisito de aproximadamente 3 Kg. de peso, que no pude dejar de traerme a Madrid puesto que los miembros de la organización del evento me acompañaron a Santa Justa a coger el AVE y no tuve posibilidad de deshacerme de ella antes. Durante el viaje pensé en dejarla en el WC del tren, pero no podía imaginar lo que pensaría cualquiera que me viera entrar en el excusado con el mencionado trofeo.
Tengo una amiga, Esperanza que guarda los premios que le dan en una pecera -sin peces, claro, morirían por el óxido; estas cosas no son de metales nobles- y pensé que quizá la querría, pero no fue así. Tampoco la quiso mi asistenta, ni Mariola, ni David, ni Luis, ni nadie que ha venido a casa desde entonces.
Lo cierto es que yo tampoco la quiero. Me encuentro incómodo con ella, pero desearía que la adoptara un hogar en el que se sintiera cómoda y sobre todo, querida.
Si estás interesado en su presencia -como icono, como obra de arte o como arma arrojadiza- no tienes más que comunicármelo en un mensaje. Ella se pondrá contenta, yo me sentiré liberado y tú, por fin tendrás esa Giraldilla que tanto ansías para encima del televisor, la entradita o tu propia pecera.
Lo cierto es que lleva meses aquí, no hago más que cambiarla de sitio -aquí te la fotografío en uno de los baños de casa- y no sé qué hacer con ella. Los portes de su traslado corren por cuenta de la familia adoptiva y después de la aceptación del compromiso no se aceptan devoluciones. Será la nota kischt en tu vida y hará las delicias de tus invitados.