
Cuando se cruzan en el camino, lo Bello se pavonea y muestra sus mejores perfiles y aristas, mientras lo Feo se crece, arrogante generando repulsa y vómito.
Alguna vez lo Feo se ha disfrazado de Bello, para después, quitarse su capa en público y mostrar sus babas, sus pelos o su pestilencia y conseguir un mayor impacto con el contraste. También lo bello a veces se ha convertido en Feo, casi sin querer –nunca hubiese querido traspasar esa frontera delgada y peligrosa- y acumulando éxitos de Belleza ha rozado la lujuria, la holgazanería o la altivez.
Dicen que han descubierto que lo Bello, algunas noches, llora de rabia y de envidia a lo Feo por ser como el fango y no tener nada que perder. Quizá por no tener moral. Llora en silencio, por no afearse y no mostrarse con todo su horror.
También se ha visto ante el espejo como Feo se atusa, se compone y se conquista ante su imagen. Me contaron una vez que tras intentarlo durante horas, rugió un sonido espeluznante y deshizo el espejo, convirtiendo su abominable reflejo en un montón de añicos.
Entre ambos se entremezclan la pasión y el odio. El amor y
2 comentarios:
Ay, que dolor de lo bello y lo feo observados desde la lejanía brasileña. Aaquel día había un escape de agua y tú llamaste a la comunidad para que lo arreglaran. Hoy tengo un escape de saudade y en la companía de reparación de averías no trabajan este género. Ay.
Hola carinho...
Aquel escape se había arreglado cuando pasamos, al poquito ¿te acuerdas? así pasará con el tuyo, pronto pronto. Sé por los chicos -y por el tuyo- que estás bien. No sabes lo que te echamos de menos, sin ir más lejos, antesdeayer: Morales, Pedrito y yo en Lavapiés, cerveza en mano...
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