20071007

Lo Bello y lo Feo [2]

A veces, en verano, especialmente al final, lo Feo sale, desesperado a la calle desnudo y dando voces, como una venganza por los dolores que le causa su alma deplorable. Llamando la atención para que todos le vean y sientan repugnancia. Suele ser en esas noches en las que empieza a refrescar y los días agonizan desde más temprano. Es entonces cuando grita con más fuerza. Con rabia. Negándose a pasar desapercibido, intentando que nadie ignore su fealdad.

Esas noches, lo Bello se repliega sobre sí mismo, pensando que, una vez más, ha perdido la batalla, y se acurruca a dormir en un rincón, esperando que su belleza se marchite poco a poco y convertirse en su propio adversario. Como por una reacción química inevitable que le corrompa.

En esas noches, nosotros, los espectadores, pensamos que todo ha terminado. Que la vida no vale la pena. Que nada va a consolarnos. Que nada funciona. Lo atribuimos a distintas causas, sin saber muy bien qué es lo que realmente está ocurriendo. Unos lloran, otros abarrotan los bares, algunos se quedan sumidos en una tristeza que les envuelve. O dormitan a merced de un sueño que, en el mejor de los casos, les hacen recordar tiempos mejores.

Pero en realidad nada ha cambiado. A las puertas del otoño, lo Bello se da cuenta de que el final tampoco llegará en esta ocasión. Que todo sigue igual, y que lo Feo ha acabado desistiendo de su actitud, y pliega sus alas, y calla sus gritos y vuelve a ser lo que era. Entonces, lo Bello se despereza, y sale de su sueño trastornado a la calle, llenándolo todo. Cohabitando de nuevo con su enemigo, que no ha podido.

Lo llamamos “mejorar” o “ver la luz”... y no es sino eso: la vuelta a la normalidad. A lo cotidiano, al día a día. Y lo Bello y lo Feo siguen, enamorando, escribiendo sus vidas en un Eterno Retorno. Entonces nosotros, los espectadores, nos damos cuenta de que la vida sigue, secamos nuestras lágrimas, dejamos que el frío calmado del aire nos acaricie la cara, despertamos de nuestra nostalgia y comenzamos un nuevo otoño con nuevas esperanzas que nos dibujan una leve sonrisa en la mirada.

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