20080719

Escondido en Madrid

Por eso me refugio en Madrid, para no verte. Entre los arbustos de los parques que se suceden esquivando las avenidas. Cerca de la puerta de algún museo o bajo la marquesina de un autobús. Si no llueve, también puedo correr y sentarme en un banco disimulando, como si no pasara nada,. Como si no fuera yo. Perderme con la gente en un mercado o bajo la sombrilla de una terraza. Madrid es mi escondite, aunque me hace estar cerca de tí. Me permite cambiar de cara a cada momento, de nacionalidad, de edad, de sexo o de trabajo. Arropa mis requiebros y escondrijos en sus mil agujeros.

Me confundo con Madrid, que me brinda sus calles, como juncos entre los que caminar sin temor a ser visto en el atardecer. Me libero por los bares sabiendo que no voy a encontrarte tras la cerveza o las máquinas de tabaco. Paseo por Nuevos Ministerios con una coartada segura. Y sé que tampoco estarás cogiendo el autobús en el que voy. Canto a voces cuando quiero, porque mi voz se confundirá entre sirenas y risas de niños que salen del colegio. Corro como un loco por Santa Engracia para arriba y Fuencarral hacia abajo, confundido entre las motos que zigzaguean. Me ilumino con la sonrisa, sabiendo que puedo parecer una farola más, un escaparate o la hoguera de una obra en invierno.

No me asusta estar tan cerca porque sé que mi presencia se mimetiza con todo lo demás. Y miro a los ojos a los otros sin temor a tropezar con los tuyos en la Calle Carretas o en la Plaza Mayor. Por eso me escondo en Madrid. En el Retiro y en la Calle Espíritu Santo o Ave María. Sé que no vamos a encontrarnos en una sala de espera o en un guateque.

El Retiro me ofrece su cobijo en cada puesto de helados si es verano y Argumosa apila sus mesas con manteles de hule cuando la paseo, haciendo una trinchera que te aleje de mí. Por eso me quedo tanto rato como puedo; porque me siento seguro y apartado. De incógnito. Con unas eternas gafas oscuras hechas de nidos de paloma, tras las que me parapeto en las estaciones de metro. Lavapiés. Tribunal. Cuatro Caminos. Madrid es mi compañera y mi destino. Estando aquí me siento arropado en las plazas y en las piscinas.

Si merodeas cerca de donde me encuentro, Madrid se hace anochecer rápidamente buscándome protección y anonimato inmediato, mientras camino tranquilo por Corredera Baja o por el Rastro. Por eso me quedo aquí, tan cerca, pero escondido.

1 comentario:

jorge dijo...

esconderse en la ciudad de dentro...bello texto.