20090619

No quiero que se muera Mario Benedetti [gracias, Nacho, niño]

No. No quiero que se muera Benedetti.
Y que me deje huérfano en el camión.
Que se destierre y me olvide en el olvido rojo de un poema
Que construye como un pañuelo que transforma en despedida.
No.
No quiero que se muera, que me deje con mi vida,
mi trabajo.
Por eso quiero que mienta,
con sus putas de sol
y sus amaneceres, pero vivo.
Despertar tras noches de perder la vista, tras figuras imposibles y desnudas y encontrarle a nuestro lado.
No quiero que se muera, haz lo posible
porque la noche siga siendo nuestra.
Y nos complazca.
Y nos aturda a los tres, como un conjunto de estrellas. Como aquel conjunto de estrellas que abandonan su galaxia.
Que resuenen los ecos de un inmenso caudal que le incorpora desde su lecho -de dormir, que no está muerto- hacia delante.
No.
Por eso si puedo llorar como un niño para impedir que se muera
comenzaré ahora. Sin parar y sin tregua. Y revolveré mi cuerpo sobre el suelo
pidiendo que aún siga vivo entre nosotros y nosotras y nos alumbre.
Qué complicado es ser adulto y no poder borrar la parte de vida que nos duele.
No poder ignorarla e inventar otra más amable.
Qué desgarrado despertar cada día y pensar que como tú, otros van a marcharse.
Sin remedio y sin sentido y sin consuelo.
Testaruda realidad que me envejece.

1 comentario:

jorge dijo...

aún recuerdo el relato de mis amigos hace veinte años, tras su primer curso de verano, cuando- según me decían- tras sentarse a comer alumnos y ponentes, Benedetti acababa conversando, en una larga sobremesa, con cuantos se acercaban a él, de manera generosa, cálida y amable. Eso nos hizo volver a buscar en otros esas conversaciones sin pose y sin distancia durante los años que sucedieron a ése. Y a preparar mesas, con una silla más, por si llegaba él algún año como un invitado improvisado y noble.