Cierto que he vuelto a Ibiza un buen número de veces, pero aquélla eclipsa todas las demás. He venido con David, casi siempre a ver a Daniel, pero el espíritu de Alberto, y su rubia cabellera que lo justificaba todo, convierte el resto de mis viajes en un vago recuerdo sin sustancia.
A Alberto le entregué mi corazón miles de millones de veces, aunque él no lo quiso nunca. Debió quedar en Cala Conta o en Cala Tarida tirado entre la arena. Alberto era burro. Y cabezota. Aunque ahora que lo pienso, quizá no se lo dejé suficientemente claro, con ese hilillo de voz insegura y débil que salía de mi garganta en aquellos años. Creo que nunca se lo ofrecí en voz alta, de hecho. Casi todas las veces debí decirlo con los ojos, o rozándole un codo en el pupitre. Debí haberlo gritado un poco más alto. O por escrito. Con un dibujo. Como los de mi amigo Aitor. Aitor Saraiba. Que es superlisto y muy expresivo dibujando sentimientos que tienen las personas dentro.
Ahora, una vez aprobado el instituto, el amor se asoma muy débilmente a mi cuarto. Y lo hace de una manera más práctica y más en otro rollo. Es amor que va de otro palo. Distinto e irreconocible la mayor parte de las veces. Por eso me gustan los dibujos de Aitor, porque contienen el amor que poco a poco se me ha ido escapando entre los viajes y los compañeros de pupitre.
Ayer llegué a Ibiza por motivos de trabajo, y existe la posibilidad de tener que pasar aquí mucho tiempo, como ha pasado con Sevilla en los últimos ocho meses. Cierto es que, con o sin Alberto, hago estas cosas por no parar.
4 comentarios:
Es usted una caja de sorpresas... Sea en Ibiza, en el instituto o en el escenario de un karaoke.
Le leo.
yo le habría llevado a alberto el papel dibujado de tu pupitre al suyo, con el corazón bien atado con gomas y en relieve, para que no se escapara su latido revuelto y niño.
En aquel entonces yo no conocía los dibujos de Aitor Saraiba. Lástima.
P.D. No sabes lo que me ha impresionado, Jorge, que llamaras a Alberto por su nombre. Se me ha removido algo pequeñito dentro y casi he podido oir como sonaba el timbre para volver a clase... jó.
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