Me encuentro en ese estado en que podría parecer que me han robado algo que es mío. Que siempre lo fue. Aunque ahora no está. Algo parecido a lo que pasa contigo, Sara, que ahora estás lejos –qué estarás haciendo, maldita...bendita-.
Tenía esta deuda contigo, y la saldo en esta tarde –ya invierno- en que quiero escribir. Un gesto egoísta, robarte para darme carnaza.
No sé si éramos del todo conscientes aquel día en que estrenaba móvil, de que te estabas marchando. ¡Claro! Además yo no pude acompañarte en el paso decisivo de quedarte y no estar. Lástima que mi móvil estuviera en mal estado y el servicio técnico borrara aquellos vídeos que te hice. Tu cara, tan extraña cuando unos brasileiros te cantaban en
Pongo aquí esta foto, que en su día te saqué con mi móvil en La Latina, probándote unas gafas que nos vendía una abuelita, y que te hacían estar tan Tú. Creo que juntamos dinero y las compraste. No es la mejor, ni la más significativa. Pero es Latina y Sara y nosotros.
Después, cayó la niebla sobre nosotros, y ahora solamente no estás. Sabemos que estás bien. No me atrevo a llamarte. Se me agarrotan los dedos cuando comienzo un mail. No es angustia de que no estés, debe ser otra cosa, desde pequeño. No sé hacerlo. Pero aquí me asomo confiado y puedo decírtelo sin sentirme inseguro.
Que estés bien te encomiendo; como siempre, vamos. Con esa tranquilidad asaltada por una brillantez que arrollaba, como me gustaba sentirte. Progresele fue uno de los mejores momentos, para tenerte en todo tu esplendor, copa de vino rojo oscuro en mano. Apoyada en lo que mejor sabes hacer, en lo que Sabes Hacer. Que resulta que Sabías Hacer, zorra.
Y ahora... el umbral de la pobreza a tomar por culo, mientras decides hacer lo que debes, y nos dejas aquí, un poco huérfanos, en este Madrid, que en realidad, no nos gusta tanto como nosotros pensábamos.
A ver si algunos días –por no parar- acabo parando a tu lado. A vuestro lado unos días de nuestras vidas. Aunque sé que entretanto, te veremos En Casa.
Dale recuerdos a aquella noche en ese pueblo del demonio donde dormimos juntos, desnudos y echando de menos a otros, mientras casi habíamos dejado de saber quiénes éramos ni que habíamos ido a hacer allí.
No quiero ser cursi –debo cuidarme, con la edad, es cada día más fácil para mí-. Piensa, cuando leas esto que he tomado antes dos –tres- cervezas que justifican algunas cosas. Dale besos a Iván –otro- y date a ti muchos besos, que son los que yo te daría algunas veces, desde este verano en que no te tengo tan cerca. Hago esto por la deuda que tenía contigo, pero sobre todo, para llenar un vacío que venía llevando entre el pecho y el ombligo y que empezaba a estorbar, sobre todo, si bebo cerveza.
4 comentarios:
pequeña, no sé si funcionarán las letras de este ordenador con los goterones que les van cayendo. A veces me pregunto si el umbral de la pobreza no merecía la pena...es todo muy raro, me muero de nostalgia...
muchas gracias por tu texto, me hece mucho bien.
Tanto, os quiero...
Sabes que no merecía la pena. Y no es el dinero, ni lo que se puede comprar con él. Eres Tú. Creciendo. Sabiendo, y enfrentándote a eso que tienes por delante.
Sabes que estamos, y sabemos que estás. Un poco allá, pero seguros todos de la otra parte.
Nos veremos pronto, lagarta. ¿Qué has hecho de esa camiseta?
Voy a Madrid toda la semana que viene. A lo mejor teneis un ratito para verme ... si es así decírmelo. Nos tomamos unas cañas y nos echamos unas risas. Besines
Maika
Hola wapo!!
Que no te puedo llamar para quedar porque no tengo tu móvil...!! El mio está en uno de los mensajitos que te mandé al blog. De todas formas creo que te sale mi dirección de email, mandamé un mensajito, y ya vemos como lo hacemos... Besines
Maika
Publicar un comentario